Cartas desde el Punto Ciego: Lo que no vemos sobre el dolor menstrual
- Paola Carrillo-Bustamante
- 28 oct
- 5 Min. de lectura
Una historia silenciosa acerca de endometriosis

El Acto de Desaparecer
Cada mes, ella desaparecía en su habitación. Envuelta en mantas gruesas y acogedoras, ya fuera en el invierno helado de los Países Bajos o en su excusa de verano, ella se preparaba para lo que llamábamos en broma "su tiempo en la cueva": botellas de agua, helado, snacks y todas las temporadas de Game of Thrones.
Era mi mejor amiga y compañera de piso. Sabía que lo estaba pasando mal. Acababa de mudarse lejos de casa por primera vez. El trabajo era difícil. El choque cultural muy real. Y decía tener "una regla horrible".
Pensé que estaba abrumada. O simplemente con nostalgia. Seguramente, pensé, usaba su período como excusa para esconderse del mundo.
“Tómate un ibuprofeno,” decíamos. “No exageres, sigue adelante.”
Hoy veo que no estábamos siendo comprensivos. Estábamos minimizando su dolor.
Diez años después, en una llamada casual, lo dijo casi de pasada: “Me diagnosticaron endometriosis. Bastante severa.”
No sabía qué significaba. Ni siquiera había escuchado la palabra. Pero cuando lo busqué, entré en shock. Y me avergoncé.
¿Qué es la Endometriosis?
El endometrio es el tejido que recubre el interior del útero. Se engrosa cada mes en preparación para un posible embarazo, y si no hay fertilización, se desprende durante la menstruación.
La endometriosis es una condición donde tejido similar al endometrio crece fuera del útero: en los ovarios, las trompas de Falopio, la vejiga, e incluso el intestino o el diafragma. Este tejido reacciona como si estuviera dentro del útero: se engrosa, se rompe y sangra con cada ciclo menstrual. Pero al no tener salida, queda atrapado. Esto causa inflamación crónica, cólicos debilitantes, fatiga y, en muchos casos, infertilidad.
Afecta a 1 de cada 10 mujeres en edad reproductiva en todo el mundo. Eso significa más de 7 millones de mujeres en México, 3.5 millones en Colombia y millones más en Argentina, Chile, Brasil y Ecuador.
Diagnóstico
Debido a que sus síntomas son amplios y a menudo se minimizan, la endometriosis puede ser difícil de diagnosticar. El proceso inicia con una evaluación clínica detallada. El médico toma antecedentes médicos y realiza un examen pélvico buscando sensibilidad, un útero fijado en retroversión o nódulos.
Herramientas de imagen como el ultrasonido transvaginal (USTV) y la resonancia magnética (RM) son ahora opciones de primera línea en muchos centros urbanos. El USTV con preparación intestinal puede detectar quistes ováricos y lesiones profundas. La RM ayuda a mapear casos complejos y planificar cirugías.
Sin embargo, el acceso a estas pruebas es limitado en clínicas rurales o públicas.
Históricamente, la laparoscopía (una cirugía mínimamente invasiva) era necesaria para confirmar el diagnóstico. Pero este es un procedimiento doloroso y costoso, muchas veces inaccesible. Actualmente, muchos sistemas de salud reconocen que se puede comenzar tratamiento con base en evidencia clínica y de imagen.
Innovaciones emergentes como las pruebas de biomarcadores en sangre menstrual, como la tira reactiva desarrollada en ETH Zurich y la app MenstruAI, podrían ofrecer diagnósticos tempranos, no invasivos y de bajo costo en el futuro cercano.
Opciones de Tratamiento
No existe una cura para la endometriosis, pero los tratamientos buscan aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Algunas opciones son:
Terapias hormonales: Anticonceptivos orales, progestágenos y agonistas de GnRH que suprimen la menstruación y reducen el crecimiento del tejido endometrial.
Manejo del dolor: Antiinflamatorios como el ibuprofeno pueden ayudar, aunque muchas veces no son suficientes.
Intervenciones quirúrgicas: Exéresis o ablación laparoscópica de los implantes endometriales, especialmente cuando los tratamientos hormonales no funcionan o hay deseo de embarazo.
Tratamientos de fertilidad: Como la fecundación in vitro (FIV).
Atención multidisciplinaria: En América Latina, centros especializados ofrecen atención coordinada con ginecólogos, radiólogos, especialistas en fertilidad y en dolor.
El Costo Oculto
Mi amiga lo descubrió demasiado tarde. Sus ovarios y trompas estaban tan afectados que los óvulos no podían liberarse ni ser fecundados. Incluso cuando lo eran, la implantación era casi imposible por la inflamación y el pH alterado. Cuando tuvo respuestas, sus opciones eran limitadas.
Todos deberíamos haberlo sabido. Yo debería haberlo sabido. Su novio. Nuestros compañeros de piso. Ella, por supuesto, debería haberlo sabido. Pero es una parte de la educación que hoy en día simplemente no está.
En América Latina, el tiempo promedio desde los primeros síntomas hasta el diagnóstico es de 7 a 10 años. En México, casi nueve. En Ecuador, entre cinco y ocho. En Colombia, de cuatro a once.
No es solo una brecha en la atención. Es una generación de mujeres ignoradas, a quienes se les dice que su dolor es normal.
Un estudio regional mostró que el 42% del personal médico en la región no ha recibido formación sobre endometriosis. Peor aún, más de un tercio considera el dolor menstrual severo como “normal”.
Innovación y Esperanza
La endometriosis sigue siendo poco investigada. No tiene causa conocida, ni prevención, ni cura. Pero hay esperanza.
Chile publicó guías nacionales para mejorar el diagnóstico temprano. Colombia introdujo leyes para crear rutas de diagnóstico y financiar atención especializada. México ha desarrollado centros multidisciplinarios como el del INPer (Instituto Nacional de Perinatología), que ofrecen atención integral.
La tecnología también abre nuevas posibilidades. Destaca una tira reactiva en toallas sanitarias desarrollada por ETH Zurich. Similar a los test rápidos de COVID, cambia de color si la sangre menstrual presenta proteínas anómalas relacionadas con la endometriosis. La usuaria toma una foto, la sube a la app MenstruAI, y recibe un resultado preliminar que puede compartir con su médico.
Es un avance enorme: diagnóstico temprano, no invasivo, rápido y accesible. Pero aún necesitamos mejores tratamientos. La ciencia está avanzando. Nuestra conciencia también debe hacerlo.
Una Cara Valiente y una Pregunta Mayor
Las posibilidades de que mi amiga tenga un hijo ahora son mínimas. Su dolor fue silencioso, pero constante. Aun así, sonreía. Seguía adelante. Terminó su doctorado. Llevaba una cara valiente.
¿Pero siempre debe el coraje costar tanto?
Esto no es solo un “tema de mujeres”. Es un punto ciego humano. Descartamos lo que no entendemos. Y al hacerlo, dejamos que otros sufran en soledad.
Llamado al Cuidado y la Consciencia
Si nunca habías oído hablar de la endometriosis, no estás solo. Pero tal vez ya es hora de escuchar mejor.
Porque cuando alguien desaparece tras una puerta cerrada cada mes, tal vez no sea solo un mal día. Tal vez sea una llamada de ayuda.
👉 Dejemos de normalizar el dolor. Comparte esta historia. Haz preguntas. Escucha. Y si sospechas que algo no está bien—en ti o en alguien que amas—no esperes. Alza la voz.
Fuentes:


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